John William
Waterhouse. Fotografía: Wikipedia.
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POEMA
IV – VEN Y QUÉDATE. AKASHA VALENTINE.
Es
un sueño, ¿verdad? Tu mano no esta ahí y lo único que creo ver es
una representación fantástica de tu persona mientras permanezco en
un estado de semi inconsciencia alimentando mis emociones con falsas
esperanzas, pero aún así prefiero aferrarme a ellas con todo mi ser
antes que no tener nada en lo que creer. Quiero sentir tu mirada
sobre mi espalda, ignorar esa expresión de desasosiego que irrumpe
tu calma y te provoca cierta inquietud cuando el silencio ronda
nuestras almas. Qué frágiles y quebradizas resultan ser las
impresiones que alteran nuestro estado de ánimo sin previo aviso,
instalándose en nuestras vidas y viviendo en nuestros corazones de
forma pasajera hasta que el tiempo las consume o nos olvidamos de
ellas.
A
veces tengo la impresión de que nuestro amor es como un pacto sin
compromiso, carente de obligaciones morales que deben de ser
sometidas a una vigilancia constante por ambas partes. Somos útiles
sin uso, moldes resquebrajados y vacíos sin forma alguna cuyo deseo
es convertirse en un objeto útil para las manos de quien más nos
importa. Pero por alguna extraña razón que desconozco siempre
encontramos la excusa perfecta para no tener que enredar nuestros
dedos de forma permanente y al final del día sentimos la fría
soledad agolpada sobre nuestros cuerpos desnudos, impidiéndonos
alcanzar esas sensaciones que sólo se pueden hallar cuando dos
personas que se aman se funden para convertirse en una sola y entre
jadeos y susurros se confiesan lo mucho que se aman.
Envidio
al amor por ser un sentimiento tan intenso que me derrota y me
doblega a su voluntad aún cuando yo me niego a ser sometida. Odio
esa constante necesidad que me provoca aún cuando tú estás a mi
lado y no dentro de mí, esa necesidad que me crea resulta ser
asfixiante e incluso diría que aniquiladora, es como sentir a la
muerte de forma consciente sin poder decir o hacer nada para
evitarla. Te hunde en un dolor tan penetrante que resulta ser hasta
aplastante y lo único que logras con ello es abrir la boca para
tomar aire o pedir ayuda, pero no puedes mediar palabra alguna pues
tu lengua se vuelve un músculo inmóvil y tus palabras sonidos
incomprensibles que nadie entiende. Tragas la tierra que previamente
has embarrado con tus lágrimas, te ahogas sin poder pedir ayuda, y
aún así sigues estando controlado por un sentimiento irracional que
doblega a tu espíritu a la voluntad de quien has elegido.
A
pesar de ser consciente de todo esto quiero seguir estando a tu lado,
amándote sin descanso hasta lograr quebrar mis huesos en miles de
pedazos irrecuperables. Deseo servirte, sin importar el tiempo que
tenga que permanecer acatando tus ordenes y deseos, hasta el día en
que me muera. Ven y quédate un segundo más, durante este breve
período de tiempo pactaré con tu corazón sueños que aún están
por llegar y promesas que fabricar. Te seguiré donde quiera que
vayas sin decir o hacer nada que te moleste o te avergüence. Seré
como un perro fiel, un leal sierva ansiosa por cumplir los sueños de
su amo, pues a fin de cuentas tú te has convertido en una parte tan
importante de mi vida que no concibo un mundo sin ti. Por eso odio
ser quien soy y a la vez me aterra ser de otra manera. El amor no es
el sentimiento que todo el mundo cree que es, pues al fin y al cabo
lo único que desea es ser complacido cada instante mientras
desgastamos nuestras propias vidas en busca de una felicidad eterna
destinada a unos pocos afortunados.
-FIN-
Akasha
Valentine: http:// www.akashavalentine.com
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