jueves, 6 de junio de 2013

POEMA IX- LA PRIMERA VEZ. AKASHA VALENTINE.

Nicolae Grigorescu. Fotografía: Wikipedia


POEMA IX – LA PRIMERA VEZ. AKASHA VALENTINE.



Quiero volver a oír tu voz encadenando palabras a frases para establecer algún sentido a esta emoción que ha nacido y se está gestando en lo más profundo de mi ser. Ansío con premura que mi boca alargue mi sonrisa y que tú puedas llevártela como la primera vez que de ella te encaprichaste y juraste que sería tierra de peregrinaje, un camino sagrado que te llevaría a estar en unión con mi persona. Anhelo con el corazón aún debilitado la forma en la que los dedos de tu mano se posaban sobre mis hombros para rodearme con fuerza y tirar de ellos para llevarme contra tu pecho y darme la oportunidad de aspirar el aroma de tu piel, que embriagadoramente lograba saciar mi sed que de otra forma jamás hubiera podido ser apagada, y cuánto más lo recuerdo, más caigo en la cuenta de que fue como la primera vez, cuando comprendí que entre tus brazos nunca volvería a estar sedienta de amor. Créeme cuando te diga que aún cuando viajo sola sigo guardando un asiento vacío a mi lado para llenar ese espacio con lo recuerdos que tengo de ti contemplando como la primera vez la más bella puesta de sol que mis ojos han podido observar en toda su vida. Sería el momento o tu presencia, el lugar o quizás el ambiente lo que hizo que esa primera vez fuera tan especial para mí, pues desde ese día he deseado volver atrás en el tiempo para saborear esos segundos que tan brevemente se escaparon sin decirme dónde poder buscarlos en caso de que quisiera volver a revivirlos.



Quizás sea mi ignorancia la que habla por mí aquí y ahora, pero no me importa, porque aunque así fuera sé que tú estarías ahí para escucharme aunque mi conversación fuera banal y aburrida. Quiero preguntarte tantas cosas que no sé por dónde debería de empezar, pues aunque las anote todas ellas alguna siempre olvidare, o quizás el viento se las lleve lejos, a un lugar donde las puntas de mis dedos no lleguen y mis pies no sepan seguir a esas huellas que la arena ha borrado de forma consciente para que no te entretenga entre mis brazos y olvides que hay lugares en el mundo que te esperan y que ansían conocer tu vida para ofrecerte mil y una aventuras con las que poder gozar y experimentar como la primera vez que nos conocimos y nuestros caminos se encontraron en el bulevar de una plaza abarrotada de personas. Tengo miedo de pestañear, pues cada vez que lo intento siento que me estoy perdiendo algo nuevo, por eso no quiero hacerlo, porque el día en que vuelva a verte tendré tantas cosas que contarte que si de alguna me olvido estoy segura de que no seré capaz de llenar ese vacío que el momento dejó y por eso sigo con los ojos bien abiertos, grabando en mi memoria cada nube, pájaro o planta que a mi alrededor se asientan para hablarme sin palabras de cómo es la vida que desean tener y a la que podrán optar. Soy consciente de que mi ingenuidad causa risa en las bocas de quienes no me conocen, pero en ti jamás he visto esa mueca de burla y por eso me agrada estar junto a ti, porque tú mejor que nadie sabes que soy una romántica inquieta que vive a lomos de la fantasía en el interior de una falsa utopía creada por mi imaginativa mente.


-FIN-



NOTA LEGAL: Akasha Valentine 2013 ©. La autora es propietaria de esta obra y tiene todos los derechos reservados. Si ves algún poema en otra web, foro u otro medio, están cometiendo un delito, salvo que cuenten con el permiso expreso de la autora, y siempre que esté citada la fuente y la autoría.

sábado, 1 de junio de 2013

POEMA VIII – LOS AMANTES. AKASHA VALENTINE.

Jacopo Zucchi. Fotografía: Wikipedia

POEMA VIIILOS AMANTES. AKASHA VALENTINE.

¡Los he visto juntos! Exclama el viento. ¡Yacer en el mismo lecho! Susurra entre dientes. Tocándose suavemente, surcando con las yemas de los dedos los dorados cabellos que sobre las piernas del otro descansan como si los segundos no tuvieran importancia. Las palabras carecen de sentido, ninguno de los dos pronuncia sonido alguno, y el silencio aguarda en una esquina esperando su oportunidad. Les envidio, añade el aire, pues sereno es el entorno y calmada la estancia en la que los sentimientos de ambos duermen acurrucados en las sábanas. La brisa toma la palabra, el reposo que dormía en los labios de ambos ha despertado, pero su prudencia ha preservado la magia que habitaba en la comisura de su boca, ojalá mi amor fuera tan fuerte como el de ellos, desearía tener aunque fuera durante un sólo segundo su fortaleza para creer en la esperanza del amor que un día perdí por descuido en algún lugar de un rincón llamado olvido.


El aura pide la palabra y trae consigo un puñado de recuerdos que arroja sobre la mesa. Todos callan, ninguno dice nada. No hay cabida para los vocablos y el sonido de las vocales se ha enredado en las cuerdas vocales de quienes los contemplan. ¡Qué afortunados son al tenerse el uno al otro! Piensa el soplo que a lomos del aire asciende hasta los techos y garabatea su nombre sin pluma ni tinta, pues su amor es tan grande que ni las fronteras de lo moral pueden detenerles. Se besan porque se sienten en igualdad de condiciones, a pesar de que para el mundo que les rodea sus vidas son completamente opuestas y las distancias deben mantener si quieren seguir adelante con sus vidas. Me asombra su voluntad, la forma en la que luchan e intentan sacar adelante su relación, añade finalmente el aliento que un día les fue entregado, pues nadie mejor que yo les conoce ya que de su boca he hecho gestar y nacer a emociones y sílabas por igual.


El céfiro aire irrumpe la conversación, y los rostros de los asistentes quedan petrificados ante tal interrupción, pues no sólo trae consigo la esencia de su amor, sino que también el juramento de lealtad que de mutuo acuerdo decidieron hacer realidad. Todos les miran, ninguno se atreve a decir nada, y los ojos de los asistentes se posan de nuevo sobre los amantes que, agazapados a los pies de la cama, intentan aferrarse a la horas que les quedan antes de que la realidad golpee con las yemas de sus dedos la puerta en la que ambos se ocultan. Todos aguantan la respiración, el día comienza a despuntar en el horizonte, y ninguno de ellos desea verlos decirse adiós, así que rezan en silencio para que los segundos se conviertan en horas y los amantes que aún siguen dormidos con los brazos enroscados y los cuerpos desnudos pegados entre sí sigan juntos a pesar de que el mundo ya les reclama y las obligaciones piden ser atendidas, mientras los allí presentes piensan qué injusto es el amor cuando tienes que decir adiós a quien más quieres.


-FIN-



NOTA LEGAL: Akasha Valentine 2013 ©. La autora es propietaria de esta obra y tiene todos los derechos reservados. Si ves algún poema en otra web, foro u otro medio, están cometiendo un delito, salvo que cuenten con el permiso expreso de la autora, y siempre que esté citada la fuente y la autoría.