Gustav Klimt.
Fotografía: Wikipedia.
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POEMA XVIII- AMOR. AKASHA VALENTINE
Debí
decir en aquel entonces lo que ahora sé que no debí guardar en mi
corazón mientras nuestros humedecidos labios aún se tocaban y tu
lengua y la mía permanecían unidas y a su vez enredadas en un beso
al que no habría ofrecido ni un sólo segundo para tomarse un
respiro. De haber intuido que en el mismo instante en el que tu boca
dejase de tocar a la mía todo llegaría a un punto y final me habría
negado a dejarte ir, a pesar de lo que dijeses o hicieses por escapar
de mi mano enredada a tu muñeca y mi brazo a tu cintura, no te
habría permitido dejarte marchar. No sin antes decirte que este
sueño al que con tanto anhelo me aferro no deseo que llegue a su
final, que aunque a ojos de quien nos mire esta relación parezca un
idilio efímero yo te juro, mi amor, que lo haría por ti eterno, y
los momentos fugaces los atesoraría como imperecederos, expuestos en
diminutas botellas de cristal que colgaría de tu cuello a modo de
collar. Mientras nuestros labios aún se tocasen bajo un sol de
verano o una nieve de invierno yo podría seguir creyendo que cuando
te enamoras de la persona adecuada nada más importa, porque lo que
verdaderamente merece la pena lo tienes delante de tus ojos, y es ahí
donde yo te quiero encontrar. Dime amor, si ese hombre al que dices
pertenecer te ama como yo te amo. Si es así entonces yo me rendiré,
si de verdad te quiere como mereces ser amada desistiré y abandonaré
esta batalla ya perdida, pero si él duda, aunque sólo sea durante
una milésima de segundo, entonces no tendré la menor duda de que no
te quiere a su lado y por el contrario mía has de ser. No quisiera
que nadie me arrebatase mi tiempo junto a ti, porque temo que si dejo
de contemplarte te habrás de ir.
Olvida
y descuida, que yo olvidaré, las palabras que preceden al adiós.
Aún te sigo sosteniendo entre mis brazos, y es aquí donde las horas
han de dejar de ser contadas. Haría lo que fuera necesario por
ayudarte a olvidar que tienes una obligación con ese hombre de cuyo
nombre ya ni me acuerdo y cuyo rostro jamás querré contemplar. No
me dejes con las palabras aún en la boca y eches a correr con tus
pies alzados en tus zapatos de tacón, recuerda que la cama que
compartimos aún tiene el suave aroma de tu perfume adherido a las
sábanas y la añoranza de nuestro calor corporal. Hablas y callas,
la confusión llena tu boca de palabras, que hará callar con besos
que inundarán tu garganta. No más lágrimas, amor, el tiempo es
breve, demasiado corto y limitado para seguir creyendo que una vida
basta para dar lo mejor de nosotros mismos en esta lacónica
relación.
Akasha Valentine: http:// www.akashavalentine.com
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