jueves, 2 de abril de 2015

POEMA XVII- LO SÉ DE AKASHA VALENTINE.

Élisabeth Louise Vigée Le Brun. Fotografía: Wikipedia.  

POEMA XVII – LO SÉ. AKASHA VALENTINE.


Di algo, aunque creas que no tienes nada que decir, habla por los dos y rellena este espacio vacío donde ahora el silencio lo llena todo; quiero poder oírte sólo a ti para así prestar atención y escuchar tus palabras como merecen ser oídas. Pero si dudas, o crees que no tienes nada que contarme, dejaré a un lado todas las emociones que sentí por ti y las olvidaré, por supuesto que lo haré, en viejos cajones donde el tiempo las convertirá en objetos inservibles de los que tarde o temprano querrás deshacerte. No quiero ser la primera en decirte lo que para ambos ya es demasiado obvio, nos estamos perdiendo el uno al otro, lo sé, y quizás porque soy consciente de que lo sabes, quiero que hagas algo para remediarlo. El silencio que guardas no nos ayuda, y mis lágrimas empeoran la situación, así que dime tú: ¿qué podemos hacer? Todo cuanto hemos intentando sólo ha servido para alcanzar el fracaso. No quisiera tener que admitir esta amarga derrota, pero mi lengua ya está seca y mis músculos derrotados; quiero oírte pero no dices nada para que me sienta mejor, tal vez sea el momento de cerrar esta etapa de mi vida para siempre y dejar sanar de una vez por todas las nuevas heridas que han dañado mi corazón y que con el tiempo cicatrizarán y no volverán a dolerme nunca más.


Te deseo lo mejor, ojalá no tuviese que ser así, pero ya tengo las maletas llenas, el corazón roto, y mis muñecas ya no están sujetas a los grilletes del ayer, así que ha llegado el momento de besar por última vez tus cálidas mejillas, torpemente pero de manera amable, para que no olvides el temblor de mis labios, la forma en la que mi aroma logró pegarse a tu piel y que en un breve instante desaparecerá como si nunca antes hubiese estado junto a ti para endulzar tu alma. Sé feliz, quiero oírte decir, pero por favor, no te quedes ahí callado, con la mirada perdida y la vista puesta en el horizonte, con tu copa de vino en la mano, con el sabor de otros labios en tu boca. Aunque quisiera que supieras que te sigo queriendo a pesar de tus errores no te molestas en dirigirme la mirada, y así lo único que logras es que yo me quede helada, con las manos agotadas por zarandearte entre mis brazos para explicarte que si me voy ya no volveré para estar junto a ti nunca más, que te estoy abandonando porque ya no puedo seguir soportando tu indiferencia, que te amé como nadie te podría amar jamás. Pero ya es demasiado tarde para ti y para mí, este orgullo que te ciega no te hará nunca ningún bien, pero eso a mí ya no debe importarme, te dije lo que nunca quise llegar a pronunciar, así que por mí todo está bien, hemos puesto punto y final a esta situación de una vez por todas. Quería que supieras que te estoy abandonando, porque ni tan siquiera eres capaz de desviar tus ojos para darte cuenta de que ya no estoy a tu lado para susurrarte al oído que aún te sigo amando a pesar de que los años ya se que cuentan por decenas y los días por años.





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