NO LE PIDAS A LA NOSTALGIA QUE VENGA A BUSCARME. POEMA LVIII

No le pidas a la nostalgia que venga a buscarme. 

Le he pedido al tiempo que me tienda una mano en este mismo instante.
Y éste me ha mirado con una expresión de desconcierto en sus ojos,
pues creo que no comprende la importancia que tiene este momento para mí.



Quiero que el anhelo perdido vuelva a encontrarse con tus ojos
para que de esta forma yo pueda verme en el interior de tu corazón
sin ninguna clase de miedo o reparo por tu parte.

Te ruego que no le pidas a la nostalgia que venga a buscarme.
Y sin darme cuenta acabo pidiéndole a su vez al viento
que en estos momentos se ha asomado a la ventana que haga lo mismo por mí.



Pero el caprichoso cielo que está atento a todos mis movimientos mece mis palabras
y se las lleva lejos, dejando a mis dedos asomados en el vórtice de mi ventana
con la palma de mi mano extendida para intentar cazar las palabras y la garganta enmudecida.



Qué extraña resulta la oscuridad cuando te envuelve y no tienes nada que decirle.
La miras y te mira, y ambas partes enmudecen casi al instante por miedo a enfrentarse
a la verdad que nos une, una compañera inseparable una amante emcaprichada llamada soledad.



Y sin embargo a mí aún me queda el consuelo de saber que tú estarás ahí
sin decir nada, sin mirarme a los ojos, o sin estar a mi lado, pero sé que estarás ahí
aunque no me digas nada, aunque tu voz enmudezca de golpe, aunque tus ojos no me miren.



Y sin embargo sigo pidiéndole al cielo estrellado que no le pida a la nostalgia que venga a buscarme, pues sé que si se presenta ante mi persona mi voluntad quedará sometida y no quiero.



Quiero ser libre para poder amarte sin ser correspondido de la misma manera.
Simplemente quiero que la soledad no me atosigue cuando tú no estés cerca.

Akasha Valentine © 2010

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