Jacopo
Zucchi. Fotografía: Wikipedia.
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POEMA VIII – LOS AMANTES. AKASHA VALENTINE.
¡Los
he visto juntos! Exclama el viento. ¡Yacer en el mismo lecho!
Susurra entre dientes. Tocándose suavemente, surcando con las yemas
de los dedos los dorados cabellos que sobre las piernas del otro
descansan como si los segundos no tuvieran importancia. Las palabras
carecen de sentido, ninguno de los dos pronuncia sonido alguno, y el
silencio aguarda en una esquina esperando su oportunidad. Les
envidio, añade el aire, pues sereno es el entorno y calmada la
estancia en la que los sentimientos de ambos duermen acurrucados en
las sábanas. La brisa toma la palabra, el reposo que dormía en los
labios de ambos ha despertado, pero su prudencia ha preservado la
magia que habitaba en la comisura de su boca, ojalá mi amor fuera
tan fuerte como el de ellos, desearía tener aunque fuera durante un
sólo segundo su fortaleza para creer en la esperanza del amor que un
día perdí por descuido en algún lugar de un rincón llamado
olvido.
El
aura pide la palabra y trae consigo un puñado de recuerdos que
arroja sobre la mesa. Todos callan, ninguno dice nada. No hay cabida
para los vocablos y el sonido de las vocales se ha enredado en las
cuerdas vocales de quienes los contemplan. ¡Qué afortunados son al
tenerse el uno al otro! Piensa el soplo que a lomos del aire asciende
hasta los techos y garabatea su nombre sin pluma ni tinta, pues su
amor es tan grande que ni las fronteras de lo moral pueden
detenerles. Se besan porque se sienten en igualdad de condiciones, a
pesar de que para el mundo que les rodea sus vidas son completamente
opuestas y las distancias deben mantener si quieren seguir adelante
con sus vidas. Me asombra su voluntad, la forma en la que luchan e
intentan sacar adelante su relación, añade finalmente el aliento
que un día les fue entregado, pues nadie mejor que yo les conoce ya
que de su boca he hecho gestar y nacer a emociones y sílabas por
igual.
El
céfiro aire irrumpe la conversación, y los rostros de los
asistentes quedan petrificados ante tal interrupción, pues no sólo
trae consigo la esencia de su amor, sino que también el juramento de
lealtad que de mutuo acuerdo decidieron hacer realidad. Todos les
miran, ninguno se atreve a decir nada, y los ojos de los asistentes
se posan de nuevo sobre los amantes que, agazapados a los pies de la
cama, intentan aferrarse a la horas que les quedan antes de que la
realidad golpee con las yemas de sus dedos la puerta en la que ambos
se ocultan. Todos aguantan la respiración, el día comienza a
despuntar en el horizonte, y ninguno de ellos desea verlos decirse
adiós, así que rezan en silencio para que los segundos se
conviertan en horas y los amantes que aún siguen dormidos con los
brazos enroscados y los cuerpos desnudos pegados entre sí sigan
juntos a pesar de que el mundo ya les reclama y las obligaciones
piden ser atendidas, mientras los allí presentes piensan qué
injusto es el amor cuando tienes que decir adiós a quien más
quieres.
-FIN-
Akasha
Valentine: http:// www.akashavalentine.com
NOTA
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