Theodore
Gericault. Fotografía: Wikipedia.
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POEMA XVIII – BESOS QUE AL OLVIDO NO DARÉ AKASHA VALENTINE.
Recuerda
para no olvidar, que el beso que aquel día nos dimos hoy ya forma
parte del ayer, por eso yo quisiera que no te olvidaras de recordarme
cada día de cada mañana la forma en la que tus labios y los míos
se alinean para tocarse y hacerme estremecer cuando exhalas tu
aliento y tu boca me toca y se pega a la mía, y de ahí en adelante
nuestras lenguas se rozan acompasadas por la pasión que sin razón
nace y nos pone los pensamientos y a las emociones del revés. Porque
aunque sé que no lo diré, o al menos no me atreveré, ya estoy
empezando a anhelar la línea que dibujan tus brazos en torno a tus
músculos, y surcando con la timidez de la inocencia la desnuda piel
que separa tu camiseta de tu brazo, deslizó las puntas de mis dedos
sin decirte lo que estoy dispuesta a hacer hoy por ti.
E
insegura me muevo, contoneando levemente mis caderas sin que puedas
llegar a notarlo, susurrando a mi cabeza pensamientos en los que
evoco la tranquilidad de saber que cuando me veo reflejada en tus
ojos todo te lo puedo dar sin miedo a salir dañada. Son ahora los
segundos en los que no dices nada los que danzan y bailan entre el
silencio de nuestros cuerpos, y sintiéndome cómoda entre ellos te
sigo mirando aunque tú a veces te obligues a desviar la mirada. No
quisiera yo dejar de contemplarte, y aunque me das la espalda sé
que volverás a mirarme de nuevo para complacerme cuando llegue el
momento de sorprenderme.
Alzas
tu mano, y sin tocarme siento que ya estoy siendo atraída por tus
palmas; tus dedos caen sobre mi nuca y tus yemas me sostienen, y de
nuevo nace en mí la sensación de que he de cobijar a buen recaudo
estos besos que al olvido no quisiera yo entregar. Daré un segundo,
o quizás más de dos, a la hermosa sensación que deja tras de sí
un parpadeo cuando tu mejilla queda apoyada sobre mi cara y juntos,
sin decirnos nada, danzamos, sí, sobre un mismo punto hasta que nos
olvidamos de que no oímos nada excepto la cadencia con la que
nuestros propios corazones laten al unísono para seguir marcando el
ritmo al que debemos movernos.
No
olvides que las promesas no se sostienen si las personas no se
esfuerzan por hacerlas realidad. Así que aquí y ahora dime lo que
quieras decirme, porque si lo dejamos pasar, para mañana ya será
tarde, y
dejaremos de darle la misma importancia que hoy tiene. Así
que dime: ¿hasta dónde
serías capaz de llegar por mí? Porque yo
ya sé
hasta donde llegaría por ti, y con este gesto que tiene la fuerza
mil emociones contenidas a la vez te doy este último beso
en el que exhalo
mi aliento para morir aparentemente entre tus brazos, ahora que sé
que la vida sin ti no tendría ni
valor ni sentido.
-FIN-
Akasha
Valentine: http:// www.akashavalentine.com
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