Adiós tiempo, adiós.
Esta noche en la que pensé que el tiempo ya no tenía motivo y mi vida no tenía razón ni sentido,
te encontré mirándome a los ojos mientras tu rostro confundido esbozaba una tímida sonrisa.
Al tiempo, al que momentos antes le había dicho adiós, le pedí que se detuviera y que volviera a mí.
Porque sin darme cuenta, ahora más que nunca, necesitaba de él para conocerte un poco más.
Mis labios, sellados por la emoción del momento, te llamaron por tu nombre,
pero al ser desconocedor de éste, simplemente inventaron uno nuevo para ti.
Y tu respondiste a mi llamada con una sonrisa en los labios y un brillo en los ojos
que hizo que mi corazón latiera de forma desbocada mientras que una y otra vez te llamaba
sin razón ni sentido con el fin de retener esa sonrisa en tu boca todo el tiempo que fuera necesario.
Y casi sin ser consciente de lo que me estaba sucediendo corrí de nuevo para encontrarte
pero ya te habías ido, y ahora sujetabas otra mano que no era la mía y sentí celos y miedo.
Pero de nuevo tus ojos volvieron a los míos, y mi corazón latió de nuevo con fuerza.
Mi cuerpo se movió con rapidez y mis manos tomaron las tuyas
en cuanto la ocasión así lo determinó.
Y mis labios, que hasta el momento eran desconocedores del amor,
besaron tus mejillas y tu rostro se sonrojó casi al instante
llenando mi pecho de un calor y una sensación a la que no pude poner nombre.
Y cuando de tu boca salió tu voz, me quedé sin aliento, pues nunca en mi vida
había escuchado el dulce sonido que emiti un ángel al hablar.
Y fue entonces cuando quise robar esas palabras de tu boca
para guardarlas a buen recaudo en mi pecho para que así nadie más que yo
pudiera escucharlas cada vez que la nostalgía acechara en cada esquina de mi corazón.
Adiós tiempo, te digo adiós, pues amada mía, el momento de la despedida ha comenzado a llegar
pero no temas, mi ángel de amor, que volveré de nuevo a tus brazos esta noche y el resto de noches
esperando que la vida me otorgue una razón por la que vivir.
Akasha Valentine © 2010
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