John
William Waterhouse . Fotografía: Wikipedia.
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POEMA V – INQUIETUDES PARA EL ALMA. AKASHA VALENTINE.
Temo
que mis pequeños dedos no sean lo suficientemente extensos como para
abarcar la longitud de tu brazo y así retenerte entre ellos el mayor
tiempo posible. Mis palabras, ahora ahogadas por el llanto, se anclan
a las paredes de mi garganta y entre balbuceos ilegibles intento
emitir sonido alguno con el que pueda pronunciar tu nombre. Son mis
inseguridades las que hablan por mí, mis desbocadas emociones las
que te obligan a sujetarme con firmeza, mientras pienso lo inútil
que de debo de parecerte. Dar lo mejor de uno mismo por la persona a
quien se ama muchas veces resulta ser insuficiente, por eso cuando me
alientas con tus palabras de apoyo me siento invencible, y mi corazón
se llena de una sensación llamada paz. Deseo fijar el tiempo en esta
habitación, enmarcar tu silueta para contemplarla cuando ya no estés
aquí, para no añorarte cuando los recuerdos embriaguen a mi mente y
tus palabras parezcan más lejanas que de costumbre.
Le
pediré a mi mente que fije en la pared de su memoria tu cálida
sonrisa, para que cuando llegue el día de mañana y te vea partir
lejos de aquí no me sienta inseguro a la hora de sentir a la fría
mano de la soledad surcar con premura las yemas de mis dedos y
entrelazar con ellos su propia palma. Saber que nunca más podré
volverte a oír decirme “bienvenido a casa” acongoja a mi ser y
me debilita como persona. Perdóname, yo mejor que nadie sé cuanto
daño pueden hacer las palabras, pero si no las expreso aquí y ahora
estoy seguro de que dejarán de ser valiosas para ti y para mí, así
que permíteme expresarlas de forma apresurada aunque nos hieran y en
algunas ocasiones alteren nuestras emociones hasta hacernos llorar.
Ahora que nuestros ojos miran fijamente en la misma dirección puedo
confesarte todo aquello que nunca me atreví a decir por miedo a ser
rechazado o abandonado por tu ser.
Podría
darte las gracias una y mil veces pero serían escasas las palabras
de agradecimiento, dedicarte una vida entera a pagar mi deuda con tu
persona resultaría ser insuficiente, así que dime: ¿qué debería
hacer? Tú, que nunca me pediste nada a cambio, me salvaste de mí
mismo sin reprochármelo nunca a la cara. Si puedo mirar al futuro
con la cabeza bien alta es gracias a ti, y por eso hoy busco más que
nunca ese regalo de despedida que quiero que te acompañe hasta al
final de tus días para que nunca me olvides. Aunque puede que para
el mundo no sea apropiado o pueda resultar desagradecido quiero que
me prometas que serás siempre feliz siendo tú misma, la mujer de la
que un día me enamoré. Ve con él, vive tu vida, que yo seguiré
estando aquí para cuando necesites un hombro sobre el que llorar o
un punto de apoyo con el alcanzar tus sueños y metas. Gracias por
haber llegado a mi vida y por seguir en ella como hasta ahora a pesar
de todos mis defectos y debilidades.
-FIN-
Akasha
Valentine: http:// www.akashavalentine.com
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