sábado, 23 de marzo de 2013

POEMA VI- EL DOLOR DE NUESTRA PIEL. AKASHA VALENTINE.


Eugène Delacroix. Fotografía: Wikipedia. 

POEMA VI – EL DOLOR DE NUESTRA PIEL. AKASHA VALENTINE.


Fingí. E incluso llegué a enterrar mis propias emociones bajo grandes capas de arena. Yací en lechos escatológicos con el único deseo de arrancarme el aroma de tu cuerpo cuando nadie me viera, pues confieso que ese mismo perfume ahora vive bajo mi piel y su embriagador aroma me saca de quicio. Cerré los ojos y paladeé mientras imaginaba el dulce sabor que tendría mi muerte, pues mi alma desgarraría mi cuerpo para liberarse de la condena que le impusieron sin tan siquiera haber tenido la oportunidad de defenderse. Si cierro los ojos aún puedo verte, sentir el calor de las yemas de tus dedos sobre mi desnuda espalda. Mi lengua se quema, mi garganta se seca y mis labios se agrietan, pues añoro el duro sabor de tus besos y las roturas y heridas que quedaban tras ellos. Recordarte es añorar el dolor, es ensalzar la imagen del tormento o peregrinar en las áridas tierras del calvario. Negarme a tu voluntad es pulverizar mis incorpóreas aspiraciones, por eso siempre quiero más de ti, aunque pierda la consciencia cuando tiras con violencia de la cadena con la que me atas a tus corazón.


Lo odio todo de ti. Desde el color de tus cabellos hasta la forma en la que caminas. Cuando te miro a los ojos tu retorcida alma me seduce con zalameras palabras y siempre acabo siendo doblegada a tu voluntad. Si echo la vista atrás sólo recuerdo el desasosiego que me producía estar en la misma habitación que tu persona. Me aferraba a mí misma mientras me mordía con fuerza la boca para no gritar presa del terror que me producías cuando tus dedos se introducían en cualquier cavidad de mi cuerpo expresamente abiertas para ti. Tu boca me quema. Hace que mi piel se consuma lentamente. Tus besos dejan marcas visibles sobre ella, y yo grito presa del placer que me produces cuando tu masculinidad busca el calor del interior de mi sexo. A horcajadas sacudes mi cintura. Evito mirarte en todo momento, pero me es difícil ignorar el volumen de tu torso, o evitar apoyar mis manos sobre las columnas que forman tus brazos. Un intenso calvario comienza a rasgar las entrañas de mi cuerpo. Grito en silencio mientras ruego entre exclamaciones confusas el deseo ser liberada.


Creo alcanzar el cielo sin haber muerto, mientras tu gimes en mis oídos y me obligas a seguir proporcionándote un placer que mi cuerpo es incapaz de resistir. Me doy cuenta de que siempre acabo perdiendo ante ti, pues tus brazos me mecen en una noche bañada por los claros rayos de una luna que nos mira con recelo envidiosa por no poder sentir aquello que nunca podrá tener. Cuando me sostienes así me siento abrumada, quiero alejarme de ti pero no puedo hacerlo, pues me abrazas con tanta fuerza que hasta el aliento se me corta y es entonces cuando vuelvo a recordar el pasado, anhelando volver a ser esa niña inocente que un día fui y que en tus brazos murió la primera noche en que me hiciste tuya sin previo aviso. Por eso te odio con todas mis fuerzas, pues tú eres mi eterna confusión. Si me alejo de ti enseguida quiero regresar a tu lado, y cuando estoy contigo en lo único que pienso es en salir corriendo para poder escapar del daño que me haces si te dejo tocarme más allá de una simple caricia. No quiero seguir sintiéndome de esta forma por mucho tiempo, así que libérame ya de este tormento que viene en mi búsqueda cada noche en la que sé que tú no estás a mi lado y yaces en brazos de otra mujer cuyo nombre no recuerdo y cuya imagen se ha difuminado en mis recuerdos.


-FIN-

Akasha Valentine: http:// www.akashavalentine.com

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