lunes, 6 de enero de 2014

POEMA XII- UNA LUZ SE APAGÓ. AKASHA VALENTINE.

Jean-Auguste-Dominique Ingres. Fotografía: Wikipedia.  

POEMA XII – UNA LUZ SE APAGÓ. AKASHA VALENTINE.


Una mano sobre mi hombro, sus dedos apoyados sobre su curva y, ¿sabes lo que te digo? Que no me reconfortan nada, y ni tan siquiera sirven para aliviar al menos durante unos breves segundos el dolor que siento en mi interior. ¿Por qué no encuentro el consuelo? Pregunto de inmediato a la razón. Pero la respuesta aún se me escapa de las manos, y si la tengo sujeta por las puntas de mis dedos se desvanece en cuanto la acerco a mi cara para oírla. Mi mundo ha perdido su color y su brillo, y nada puede volver a ser como lo era antes, no puedo seguir viviendo en el ayer, pero el futuro me resulta demasiado inseguro, así que dando tumbos de un lado para otro me quedo en el presente con los pies desnudos pegados al suelo y con las manos alzadas en el aire para seguir moviéndome al antojo del aire. Si hubiéramos tenido la oportunidad me hubiera encantado verte de vez en cuando, de forma esporádica o intencionada; sé que lo hubiéramos disfrutado, pues habríamos hablado de todo y a la vez de ningún tema en concreto, pero sé que estaríamos juntos en la misma habitación compartiendo caricias, abrazos, besos y sueños, donde los dejaríamos dormitar hasta que fuéramos lo suficientemente mayores como para dejar a un lado nuestro orgullo y volver juntos a casa cogidos de la mano. Pero ya es tarde, ¿verdad? Mis sueños aún sin gestar sé que nunca más se cumplirán, pues aunque cave con mis propias manos la tierra en la que fuiste enterrado no podré alcanzarte nunca más, y aunque logre semejante hazaña será demasiado tarde para darte el aliento vital y hacer que tu corazón vuelva a calentar de nuevo tu cuerpo. ¿Qué puedo hacer si el ayer me parece más seductor que el mañana? Me cuesta creer que todavía exista en el mundo una emoción tan dolorosa que no se pueda aliviar con medicinas, no es fácil ni agradable pero ahí está, agazapada en mi pecho, envolviéndome con sus diminutos brazos, fundiéndose con mi alma, llevándome cada segundo que pasa a una realidad que me es difícil digerir. Me siento tan sola, pues tras tu partida sé que nada volverá a ser lo mismo, creer que alguien a quien amas con todas tus fuerzas estará ahí para siempre es realmente un pensamiento estúpido pero necesario, pues nos da esperanzas, y quizás esa mano que ahora no aprecio lo suficiente será mi punto de partida para salir adelante. No es que no quiera, o es que te haya empezado a olvidar, ¿cómo podría hacerlo? Tú que siempre fuiste y serás el amor de mi vida, no te irás tan fácilmente de mis pensamientos; sólo quiero saber si soy capaz de poder dar un paso sola, ahora que tú ya no estás ahí para cogerme cada vez que caiga. Qué fácil hubiera sido rendirse sin luchar, sin absurdas peleas que a ninguna parte nos han llevado; me gustaría volver al refugio de mis sueños donde tú aún sigues viviendo sin cambiar de aspecto. Cariño, mírame desde donde quiera que estés, ahora es el momento de darme tu apoyo, porque te necesito más que nunca, seré la luz que siempre quise ser, y te juro que cuando mi brillo se apague volaré para estar a tu lado y así poder estar contigo eternamente.





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